
Una sensación de ligera desorientación es lo que me sobreviene, mientras echo la mirada hacia atrás, hacia el sábado por la noche; hacia esa penúltima sesión del Boiler de este 2010, para escribir mi ya habitual crónica subjetiva.
No es por la música, que fue en todo momento acertada y, además, resultó bien variada dentro de nuestro espectro. Quizás fue el ambiente. Diferente. Como si no fuera ni siquiera un Boiler. Y eso que había muchos amigos y colegas y rostros conocidos. Y eso que tuvimos una buena afluencia extranjera, con elegantísimos mods ingleses e italianos. Y eso que, por norma general, nuestra sesión de septiembre (al coincidir con el gran High Rockabilly) suele quedar como más en casa. Como aquellas primeras fiestas en la sala Frank Dubé donde nos conocíamos todos.
Esta vez no ha sido así. Y, si en lo musical, este Boiler ha mantenido un excelente estándar de calidad y variedad, no me parece que la atmósfera que acabó por despegar sea digna de aprobado, aunque celebro que mucha gente –con especial mención de la crew londinense- se lo pasara en grande.
No me malinterpreten. No estoy echándole la culpa a nadie, pues nadie la tiene, ni siquiera el boogie; aunque –por poner un ejemplo de mal rollo evitable- una mejor gestión del equipo de sonido por parte del personal de sala, bien nos podría haber ahorrado la vista de la Urbana.
De todos modos, la atmósfera de una fiesta se desarrolla por una serie de factores que convergen, no por la voluntad de uno o unos, sino un poco de manera aleatoria. Y ese cruce de gente y circunstancias es el que me generó esa sensación de que lo único que nos diferenciaba de ser un club más, fuera esa –ya digo- excelente selección musical con la que nuestros tres invitados y warm-up premiaron nuestros oídos.
DJs
Nuestro conciudadano Captain Sideburns encendió las mechas con una genial selección de 60s Rare Soul classics, con gotas de X-Over y Reggae muy aplaudidas, que dieron paso a Jamie Parr, con un set ecléctico donde se mezclaron mucho R&B con Early Soul y Soul Jazz, con un buen equilibrio entre clásicos y newies y una dinámica que parece tener las selecciones propias del Pow Wow como principal inspiración.
Dani Herranz demostró la solvencia propia de quien atesora casi un cuarto de siglo manejando artefactos de Soul detrás de cabinas. Un aplaudido set (que ya se ha publicado en nuestro yahoogroup), donde coexistieron diversas formas y tempos de 60s R&B y Rare Soul, siendo él el encargado de cerrar la sesión.
Andrea Parolin por su parte, mantuvo un perfil más clásico, ahondando en 50s & 60s R&B de gran calidad y generando un discurso elegante y comedido que –como no podía ser de otra manera- mantuvo la pista llena.
Todo ello, además, redondeado por el aporte de Duri que creó el delirio en la sala con un buen puñado de tittyshakers y obscuros chillidos de R&B.
En fin…
No creo que nos podamos quejar de Boiler, ya ven.
Sobre todo porque es un club eminentemente musical y, a ese nivel, lo escuchado fue superlativo y variado. Por otro lado, tal y como se vio, sigue siendo un club capaz de motivar a que gente viaje desde otras ciudades o países sólo para disfrutarlo (mi más profundo agradecimiento, a todas esas personas!).
Pero créanme, el sábado hubo un pequeño momento en que eché de menos la atmósfera del club tal y como la solía (¿solían? ¿solíamos?) paladear.
Alberto
[En la afoto, Jamie Parr repartiendo música, estilo y amoll, capturado por Sara. Glug! Para echar cualquiera de sus tres ojos a la hípersoulful playlist de Dani, pueden consultar nuestro Yahoo Group: http://es.groups.yahoo.com/group/THE_BOILER]
No es por la música, que fue en todo momento acertada y, además, resultó bien variada dentro de nuestro espectro. Quizás fue el ambiente. Diferente. Como si no fuera ni siquiera un Boiler. Y eso que había muchos amigos y colegas y rostros conocidos. Y eso que tuvimos una buena afluencia extranjera, con elegantísimos mods ingleses e italianos. Y eso que, por norma general, nuestra sesión de septiembre (al coincidir con el gran High Rockabilly) suele quedar como más en casa. Como aquellas primeras fiestas en la sala Frank Dubé donde nos conocíamos todos.
Esta vez no ha sido así. Y, si en lo musical, este Boiler ha mantenido un excelente estándar de calidad y variedad, no me parece que la atmósfera que acabó por despegar sea digna de aprobado, aunque celebro que mucha gente –con especial mención de la crew londinense- se lo pasara en grande.
No me malinterpreten. No estoy echándole la culpa a nadie, pues nadie la tiene, ni siquiera el boogie; aunque –por poner un ejemplo de mal rollo evitable- una mejor gestión del equipo de sonido por parte del personal de sala, bien nos podría haber ahorrado la vista de la Urbana.
De todos modos, la atmósfera de una fiesta se desarrolla por una serie de factores que convergen, no por la voluntad de uno o unos, sino un poco de manera aleatoria. Y ese cruce de gente y circunstancias es el que me generó esa sensación de que lo único que nos diferenciaba de ser un club más, fuera esa –ya digo- excelente selección musical con la que nuestros tres invitados y warm-up premiaron nuestros oídos.
DJs
Nuestro conciudadano Captain Sideburns encendió las mechas con una genial selección de 60s Rare Soul classics, con gotas de X-Over y Reggae muy aplaudidas, que dieron paso a Jamie Parr, con un set ecléctico donde se mezclaron mucho R&B con Early Soul y Soul Jazz, con un buen equilibrio entre clásicos y newies y una dinámica que parece tener las selecciones propias del Pow Wow como principal inspiración.
Dani Herranz demostró la solvencia propia de quien atesora casi un cuarto de siglo manejando artefactos de Soul detrás de cabinas. Un aplaudido set (que ya se ha publicado en nuestro yahoogroup), donde coexistieron diversas formas y tempos de 60s R&B y Rare Soul, siendo él el encargado de cerrar la sesión.
Andrea Parolin por su parte, mantuvo un perfil más clásico, ahondando en 50s & 60s R&B de gran calidad y generando un discurso elegante y comedido que –como no podía ser de otra manera- mantuvo la pista llena.
Todo ello, además, redondeado por el aporte de Duri que creó el delirio en la sala con un buen puñado de tittyshakers y obscuros chillidos de R&B.
En fin…
No creo que nos podamos quejar de Boiler, ya ven.
Sobre todo porque es un club eminentemente musical y, a ese nivel, lo escuchado fue superlativo y variado. Por otro lado, tal y como se vio, sigue siendo un club capaz de motivar a que gente viaje desde otras ciudades o países sólo para disfrutarlo (mi más profundo agradecimiento, a todas esas personas!).
Pero créanme, el sábado hubo un pequeño momento en que eché de menos la atmósfera del club tal y como la solía (¿solían? ¿solíamos?) paladear.
Alberto
[En la afoto, Jamie Parr repartiendo música, estilo y amoll, capturado por Sara. Glug! Para echar cualquiera de sus tres ojos a la hípersoulful playlist de Dani, pueden consultar nuestro Yahoo Group: http://es.groups.yahoo.com/group/THE_BOILER]